jueves, 28 de noviembre de 2013

Propietarios de fincas lanzan un SOS para su crucial labor de conservar especies

“El papel de estas fincas y de sus propietarios al colaborar en la salvación de estas especies protegidas o en peligro de extinción ha sido crucial porque sin el desvelo y sin las trabas que implica ocuparse de estos animales se hubieran salvado mucho peor”, ha opinado Fernando de Andrade-Vanderwilde.
Ha destacado, en una entrevista con Efe, que el ochenta por ciento de las especies catalogadas como protegidas o en peligro de extinción en España sobreviven en fincas privadas y, aunque ha valorado las ayudas que desde hace unos años reciben de las administraciones, las ha considerado “absolutamente” insuficientes.
La Fundación de Amigos del Aguila Imperial y del Lince Ibérico fue creada en junio de 2002 en el Palacio de Doñana y suma en la actualidad unos 130 socios, propietarios de unas 650.000 hectáreas, repartidas entre Andalucía, Madrid, Extremadura y las dos Castillas, las cinco comunidades autónomas en las que sobrevivieron las últimas parejas de águila imperial ibérica, especie en peligro de extinción que hoy se extiende por otras autonomías españolas y por Portugal.
De Andrade-Vanderwilde ha participado en Sevilla en una reunión de trabajo con propietarios y con representantes de la Junta de Andalucía, patrocinada por la Fundación BBVA, en la que se han analizado vías de cooperación para preservar la biodiversidad en estos territorios y su explotación económica.
En su opinión, la participación en la conservación de especies emblemáticas, como el lince o el águila imperial ibéricos, es “una obligación” para estos propietarios “porque la naturaleza es el hombre y el hombre es la naturaleza, que hay que conservarla”, pero también supone “un privilegio” pues estos animales suponen “un activo” que revaloriza las fincas en las que sobreviven.
Además, según Andrade-Vanderwilde, esta “obligación” conservacionista, heredada en muchas ocasiones por generaciones de una misma familia, también aporta el beneficio de que la presencia de estas especies evidencia el excelente estado de conservación y de la biodiversidad de las fincas en las que sobreviven.
“La naturaleza no es solamente un bien natural, es un bien económico, sobre todo hoy día, con el movimiento turístico tan importante que hay, proteger la naturaleza puede ser un activo económico de primera calidad”, ha apostillado.
Con todo, ha matizado que esta conservación “implica una carga” para los propietarios, por lo que se ha declarado “acérrimo defensor” de que reciban más ayudas que palíen sus esfuerzos.
Para el presidente de esta Fundación, “está demostrado” que la conservación de estas especies emblemáticas “es perfectamente compatible” con la explotación agroganadera y turística de estas fincas “porque si fuese incompatible, posiblemente estas especies pagarían el pato y sin embargo, prosperan”.
Ha destacado que su relación con técnicos y agentes de los programas de conservación de estas especies es “la mejor que puedo y absolutamente positiva” y se ha alegrado de que el comportamiento de esos científicos y empleados sea ahora “mucho más sensato” que hace años.
Respecto a la imagen del terrateniente desaprensivo con las especies de sus fincas ha replicado que se trata “de un idioma del pasado, más propio del siglo diecinueve que del siglo veintiuno”.
La población de águila imperial ibérica ha aumentado este año hasta un mínimo de 407 parejas en la Península Ibérica, mientras que la de lince ibérico descendió en 2012, último dato disponible, hasta las 305 parejas. EFEverde

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