domingo, 3 de noviembre de 2013

El futuro del águila perdicera depende de la llegada de nuevos ejemplares

Un grupo de biólogos de la Universidad de Barcelona ha encabezado un estudio de las poblaciones de águilas en la Europa occidental, en un trabajo científico publicado por la Sociedad Americana de Ecología.
Joan Real, uno de los autores del estudio, del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de Biodiversidad de esta universidad, ha explicado a EFE que en base a la información disponible y sus análisis, los núcleos poblacionales del oeste europeo del águila perdicera se comportan como una sola población.
De este modo, están interconectados entre ellos mediante la dispersión de ejemplares jóvenes de esta especie catalogada como “vulnerable”, el Aquila fasciata o Hieraeatus fasciatus.
Algunos núcleos poblacionales del sur de la Península Ibérica, sobre todo de Andalucía y del suroeste de Portugal, se encuentran en mejor estado y producen más ejemplares jóvenes de los que necesitarían para mantenerse estables.
Sin embargo, otras poblaciones del norte y centro peninsular “gozan de muy mala salud”, como por ejemplo en Arribes, entre Salamanca y Zamora, y en Burgos, ha destacado este investigador.
La población de esta rapaz en Burgos ha sufrido el mayor declive del que se tiene constancia en Europa, al perder en los últimos treinta años más del 90 por ciento de su presencia y quedar al borde de la extinción.
El declive ha ido en paralelo al abandono de prácticas agrarias tradicionales, con la disminución de las presas de que se alimenta, como conejos, palomas, perdices o algunos reptiles.
Estas poblaciones de Burgos o Arribes tienen una elevada mortalidad y producen muy pocos ejemplares jóvenes, lo que ha conllevado una disminución alarmante, casi la extinción en Burgos, donde hace treinta años había casi cuarenta parejas de esta ave.
Para que una población se mantenga estable el parámetro más relevante es la supervivencia de los ejemplares adultos, por que si disminuye sensiblemente, la población difícilmente es viable aunque críe muchos pollos.
En el caso de Burgos y de Arribes se da la circunstancia de que además de tener una alta mortalidad por la baja supervivencia de los adultos, prosperan pocos pollos, ha advertido Joan Real.
Las poblaciones de Castilla y León, como otras del norte, podrían recibir ejemplares de otros núcleos, como los de Andalucía, suroeste de Portugal o incluso Cataluña, Extremadura o Castilla-La Mancha.
Los investigadores consideran que esta llegada de águilas perdiceras de otras zonas es, probablemente, la causa de que el ritmo de disminución de esta especie en Arribes es los últimos años no sea tan acentuado.
Sin embargo, es necesario llevar a cabo medidas de conservación en estas zonas, para reducir la mortandad de los adultos y lograr que críen más pollos, para no depender tanto de la llegada de ejemplares de esas otras zonas.
En el estudio, que ha analizado indicadores de poblaciones de águila perdicera en la Europa occidental de 1990 a 2009, han participado también otros centros de investigación de España, Francia, Portugal y Sudáfrica, entre ellos de la Fundación Tierra Ibérica en León. EFE

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